Trailer provisional de THE SITUATION: MESALLA: PEACE ACTIVISTS IN IRAK

The Situation: Mesalla: peace activists in irak


El Documental

“The situation: Mesalla, peace activists in Irak” es un documental filmado por Alberto Arce, Cámara en mano, entre octubre de 2006 y junio de 2007 en Amman, Irbil, Suleimanya, Halabja y Kirkuk.

El objetivo ha sido desde el primer día poner la cámara al servicio de los sueños, la esperanza, el valor y la dignidad de aquellos iraquíes a los que nadie escucha, a los que se niega la existencia en nuestros medios. Sin armas y sin sectarismo. Lejos del rencor y la venganza, escapando de las divisiones artificiales entre compatriotas. Los activistas de Mesalla no abandonan el trabajo, en la peor de las situaciones, unidos por el denominador común de su firme rechazo a la violencia generada por la ocupación y la división sectaria que ahoga su país en sangre. Todo ello relatado a través de las actividades de la Semana iraquí de la Noviolencia"

Dirección, cámara y guión: Alberto Arce
Edición: Cristian Tapies.
Edición de sonido: Verónica Font.
Música Gani Mirzo.

Duración: 71 minutos.

Producción:
Doble Banda, Televisió de Catalunya, Canal Sur, Palacios Producciones

el extranjero en el cuarto oscuro


Artículo sobre la Semana Iraquí de la Noviolencia.
(a cuatro manos con Luca Gervasoni)
Premiado con el Memorial Joan Gomis de Periodismo. Septiembre de 2007.

Publicado en la revista El CIERVO, septiembre 2007.

El extranjero ha dormido mal. Tiene calor. Mañana de domingo ante el Parlamento Kurdo. Asiste a una concentración de protesta. Las organizaciones sociales exigen que se actúe contra los "crímenes de honor". Gritan. Unas veces en Kurdo. Otras en Árabe. Tres semanas antes, Doa, una joven de confesión Yazidia en la aldea de Bahzani, a pocos kilómetros de Mosul, fue asesinada a pedradas por su familia y una turba de vecinos. Tenía 17 años. ¿Su crimen? enamorarse de un musulmán. No se trata de un hecho aislado. Otras veces, antes de que llegue el asesinato, la propia joven decide actuar. Normalmente se prende fuego a sí misma. ¿A quién le importa cuando aquí no paran de llover muertos? El extranjero calcula que asisten a la manifestación unas doscientas personas. Frente a ellos, unos treinta militares equipados con material antidisturbios y un número indeterminado de policías de paisano se esfuerzan por evitar que la actividad devenga en manifestación. Ahram Jamal, del Instituto para las Elecciones de Suleimnaya, describe la situación. "Es muy difícil desarrollar la democracia en estas condiciones. Nos encontramos ante la responsabilidad de ayudarla a nacer, pero el clima de violencia generalizada, incluso en una concentración pacífica, es muy fuerte". Ahram le explica al extranjero: "El gobierno no confía en la sociedad civil. La tensión es continua en nuestras actividades. Es muy difícil conseguir permisos para desarrollarlas. Las libertades sufren violaciones constantes. Este ha sido un lugar tradicionalmente violento y las autoridades actuales han recogido esa tradición pese al cambio de régimen". Los activistas de Al Mesalla están presentes en la manifestación. Están en todas. Siempre que la sociedad civil empieza a organizarse. Abdullah y Waleed reparten los carteles de su nueva campaña. Convocan una semana de actividades para aprender, juntos, a resistir al miedo. A toda clase de violencia. Entre sorprendidos e interesados, los participantes se los quitan de las manos, los leen y hacen suyos, levantándolos al aire ante los soldados. Comienza la Semana Iraquí de la noviolencia.

El extranjero acompaña a los miembros de Al Mesalla. Presencia la misma escena una y otra vez. Mosul, Suleimanya, Dohuk, Kirkuk, Halabja y Gharmian. Es testigo. Un incansable grupo de activistas se levanta a las seis de la mañana, prepara carteles, calendarios, flores y palomas. Los introducen en el maletero de un coche para distribuirlos a través de los bellos paisajes del Kurdistán en una primavera de esquina rota. Viajan para encontrarse con otras organizaciones e invitarlas a participar de su trabajo. Invitarse mutuamente. Exigen la reconciliación. Sueltan palomas por la paz junto a cientos de escolares en un antiguo centro de tortura del Partido Baaz. Exigen la retirada inmediata del ejército invasor. Plantan olivos en la carretera que une Dohuk con Mosul. Exigen elecciones democráticas. Inundan de pancartas una avenida de Kirkuk. Exigen paz. Organizan actividades, conferencias, pases de documentales. Hablan de Gandhi y de la noviolencia como estrategia para transformar el conflicto en Irak. Exigen justicia.

El extranjero, en principio, se pregunta si se trata de acciones meramente simbólicas. Vive en Barcelona. Allí la violencia iraquí es solo un paisaje distante. Una litografía donde el horror se repite, aleatoriamente constante, saturando su retina. Los iraquíes, las iraquíes se pasean por la pantalla del televisor de los honrados ciudadanos de occidente como si no tuviesen corazón. Casi siempre alzando las manos hacia un cielo que no responde. Entre los restos de un atentado reciente. Gritando. Como si, antes de que los matasen, nunca hubiesen estado vivos. El extranjero recuerda que antes de venir aquí no creía que estuviese sucediendo. Ahora, a veces, en la noche se revuelve y se incorpora. ¿Cómo creer que aquí mueren 3.000 personas cada mes? Creerlo de verdad. Hacerlo suyo. Empatizar. El extranjero se pregunta ¿Por qué se pudren lentamente veinte millones de personas en éste país. Y si consigue una respuesta: ¿Cómo comprender que unas palomas, olivos, carteles, salvarán a alguno de ellos?
El extranjero sabe que las palomas no salvarán a nadie; pero quizás alguien volverá a tomar aire y compartirá su determinación. Alguien aprenderá a dirigir sus gritos. Abdullah dice: “Queremos recordar que todavía estamos vivos. Que todavía existimos. Que no nos hemos rendido. Que todavía tratamos de recuperar el futuro que nos roban. Todavía”. Paciencia y valor. Lucha. Sobre todo valor. El de los que deciden pasarse al activismo en una sociedad donde el reto es la creación, desde cero, de una democracia. Por este país han pasado décadas de dictadura y guerra que nos cargan de responsabilidad. A los honrados ciudadanos de occidente.

El extranjero va encontrando respuestas. Cree con ellos. Las acciones de Al Mesalla, profundas y trascendentes en su aparente minimalismo, devienen en detonante. Es más interesante que considerarlas, ciego en sus apriorismos, un fin en sí mismo. El detonante se sienta en los encuentros, junto a ellos. En la visibilidad que otorga ese “a la calle que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que pues vivimos anunciamos algo nuevo” se establece la radicalidad propositiva de su existencia. Tras esas flores, tan artificiales como reales, cortadas y clasificadas en bolsas de plástico durante largos viajes en coche e inmensos madrugones. También mientras el extranjero infla globos con ellos. ¡Globos frente a 3.000 muertos al mes! En largas noches de tertulia, con un generador como banda sonora llega siempre el porqué. “Tratamos de crear una Red de activistas contra la violencia en Irak. La Red LAONF. Lo mismo que soñamos aquí, mientras nos despertamos y descubrimos que era cierto, sucede estos días a lo largo de todo el país, en Bagdad, Basora, Kut, Najaf, Tikrit…”
El extranjero hace recuento. Durante la concentración de protesta contra el asesinato de la chica, Abdullah lanza una convocatoria: ¿por qué no nos coordinamos y planeamos viajar al pueblo de la chica para celebrar un acto en su memoria y contra la violencia? Os convoco a una reunión en el Centro HIWAR, la sede de Al Mesalla”. Durante más de una semana, decenas de personas tratan de coordinarse para plantar un olivo en el lugar del crimen y abrir un diálogo con sus habitantes en torno a la necesidad de terminar con la violencia. Ese árbol nunca llega a Bahzani. Lugar inaccesible a las actividades de la sociedad civil. Sumido en el caos y el desgobierno de las milicias encapuchadas. En Al Mesalla son valientes, pero no suicidas. Más de una decena de organizaciones han tenido tiempo para conocerse, coordinarse, debatir y buscar puntos en común utilizando como plataforma física y de debate político el Centro HIWAR. La generalización de estos encuentros permite construir, sutil y gradualmente, esa difusa red de confianzas, alianzas y complicidades que constituye una sociedad civil activa tras el paso, constante, de los años. Este es el objetivo de Al Mesalla ¿Os parece poca cosa? ¡Que nadie olvide que aquí mueren 3.000 personas al mes! ¡Que estamos en un país de más de un millón de muertos!
El extranjero viaja a Kirkurk, puerta de entrada al cuarto oscuro. Representa a la perfección el avispero iraquí. Ciudad mixta en la que conviven kurdos, árabes sunitas y chiítas y turcomanos. Las bombas y atentados suicidas ya son, aquí, prácticamente aleatorios y no hay más seguridad posible que no visitar el lugar. ¿Pero, dónde se quedan sus habitantes?. Para ellos, la vida es más que una visita turística. Al Mesalla teme el secuestro. Un grupo armado puede parar el coche y percatarse de que un extranjero viaja dentro. Fin de la historia, seguro, para los iraquíes que le acompañan. Aun así, el corazón obliga. En cualquier situación, es necesario que alguien traspase las fronteras de la sensatez. "Aquí te llamas Assad. No hables con nadie, si alguien se dirige a ti no contestes y déjanos hablar a nosotros, escóndete detrás de la cámara de video y no dejes de grabar."
El extranjero capta el significado del silencio, la velocidad y la música a todo volumen. La culpa es de Kirkuk. Se para el coche, comienzan a colocar una pancarta en medio de la calle y un grupo de curiosos se acerca. No llegan a la media docena. Se entabla un debate. Inmediatamente dos Humvees del ejército iraquí se detienen a preguntar que sucede. Mientras los activistas explican el concepto de su campaña, los viandantes abren una discusión con los soldados y se muestran hartos de “La Situación”. El extranjero realiza un par de entrevistas y filma a los soldados estudiando con detenimiento lo escrito en los carteles. Lo que no se ve, no sucede. Estas imágenes constituyen la mejor carta de presentación de Al Mesalla. Pasan los minutos. Diez. Demasiados. Ante la duda, subirse al coche y abandonar el lugar con rapidez. La misma operación se repite en un par de ocasiones y finalmente la campaña se dirige al local de un grupo de estudiantes, donde se entabla un debate intenso sobre la necesidad de apropiarse de las calles y los espacios a cuerpo descubierto. Ya basta de esconderse.“Estas calles y plazas son nuestras, de los ciudadanos. Las milicias y el ejército nos las han arrebatado”. Tristemente, el límite sensato con el que los activistas pueden salir a la calle y tratar de fomentar entre sus compatriotas el concepto de la noviolencia es de apenas minutos en “acciones de comando, veloces y arriesgadas”. El riesgo, siempre presente: la muerte. que no quepa la más mínima duda.
¿Tiene sentido jugarse la vida para que cien personas vean una pancarta? El extranjero se lo pregunta a Abdullah. Lo soluciona tajantemente: "¿qué vamos a hacer, quedarnos en casa, asustados, esperando a que los maten, irnos del país y entregarles la victoria a los norteamericanos y los terroristas que han traído con ellos?. Esto es lo que se puede hacer ahora y lo hacemos. Cuando podamos perfeccionar nuestras actividades no tengas la más mínima duda de que avanzaremos, pero simplemente salir a colocar pancartas supone un riesgo altísimo. El ser humano se adapta y sobre todo, no se rinde, llegando hasta el límite en cada situación que se le plantea".
Bagdad
No fue posible que el extranjero se desplazase a Bagdad con el objetivo de documentar en persona las actividades de la “Semana iraquí contra la violencia”. La ciudad, convertida en un no-lugar donde millones de personas tratan de sobrevivir en condiciones inimaginables se ha convertido en oscura referencia, inaccesible para todos aquellos que no se han quedado atrapados en su caos. En conversación telefónica con Bagdad, Basil AbdulKarim miembro de Al Mesalla, anuncia emocionado "lo hemos hecho, hemos comenzado la campaña en Bagdad". Basil continúa. "Dos decenas de activistas se han concentrado a las puertas de la Universidad de Al Mustansiriya, en el mismo lugar donde en enero, mas de 60 estudiantes y profesores fueron asesinados. Hemos inaugurado una exposición con sus fotos y hemos repartido carteles por la noviolencia incluso fuera de la universidad, en la calle. También durante la manifestación del primero de mayo hemos estado presentes, estableciendo contactos con diversos grupos para invitarles a participar de la red LAONF". Prácticamente al mismo tiempo que comenzaba la actividad, una fuerte explosión tuvo lugar a unos cientos de metros de donde se encontraban. La vida diaria en Bagdad se ha convertido en explosiones y secuestros aleatorios de los que los activistas no saben si saldrán con vida. No van a modificar sus planes de cotidianeidad por las explosiones. Los supervivientes de Bagdad ya no están dispuestos a rendirse. Varios días después, Basil y Zaid Wardi del Centro Mesalla en Bagdad viajaron a Erbil para encontrarse con el extranjero. Largas charla nocturnas y una asombrosa visión: “La situación (así es como ellos se refieren a la situación) terminará. Lo que tratamos de hacer es mantenernos unidos y esperar a que llegue ese momento. Las actividades y metodología de la noviolencia son el instrumento mas integrador que hemos encontrado para tratar de generar esa Red de confianza y esperanza que nos permite sobrevivir y continuar trabajando. Quienes sobrevivan tendrán la responsabilidad de construir un país. Un país justo. Ahora sí: democrático.”

Entrevista con Al Mesalla. Ismaeel Dawood


Entrevista con Ismaeel Dawood. Coordinador de Al Mesalla.

“los iraquíes no podemos permitir que las milicias y el ejército ocupante se hagan amos de la situación”

Ismaeel Dawood vive en Amman desde que hace dos años se vio obligado a abandonar Bagdad. Su activismo le puso en el punto de mira de las milicias. Nota por debajo de la puerta y maletas. Su esposa e hijos no tienen porqué pagar por su activismo, como él siempre reconoce. Es un tema en el cual no le gusta profundizar. Al igual que su papel en la liberación de las dos cooperantes italianas secuestradas en Bagdad. Tez morena. Pelo siempre cuidadosamente recortado y poblado de unas canas que no se corresponden con su edad. Modos suaves, casi adolescentes, tildados de cortesía y tradición. Ismaeel es Coordinador desde Amman de la ONG con sede en Bagdad, Al Mesalla: Un grupo de iraquíes que trata desde hace al menos dos años de organizar actividades en torno a la noviolencia en el interior de Irak a través de su Centro de Servicios para ONG´s iraquíes en la ciudad de Erbil.



Ismaeel, ¿qué sentido tiene el Centro Al Mesalla?

Al Mesalla fue fundada en Bagdad como Centro de actividades en 2004, pocos meses después de la invasión y la caída del régimen de Saddam Hussein. Su objetivo ha sido desde el primer día convertirse en un instrumento para dotar de recursos a las ong´s y a los diversos actores de la sociedad civil iraquí. Creíamos, a la hora de comenzar, que el futuro de Irak pasaba por generar un amplio margen de actuación para la sociedad civil: sindicatos, ong´s, individuos. Pero también éramos conscientes de que todos estos actores y activistas sociales iraquíes necesitan un catalizador para impulsar y dotar de contenido a sus capacidades, intereses y diversos ámbitos de especialización. Era y es cada día más necesario desarrollar estrategias comunes de la sociedad civil. Si la sociedad civil es débil, si no está preparada para jugar un papel en la consolidación del sistema político, no puedo imaginarme como construir un futuro democrático para Irak. Ese es nuestro objetivo como Al Mesalla: ser un instrumento que desarrolle la capacidad de los iraquíes para influir en la democratización del país como activistas de la sociedad civil.

¿Por qué Al Mesalla?

Al Mesalla es parte de la historia antigua de Irak. La primera codificación legal de la historia, el Código de Hammurabi era iraquí y estamos orgullosos de eso. Aquellas leyes se grabaron sobre una piedra cuyo nombre en árabe es Al Mesalla. Representa el momento en que los seres humanos comenzaron a pensar en un sistema de justicia, definiendo sus límites y haciéndolos públicos al mundo. En todo caso, elegimos Mesalla y no Hammurabi porque obviamente Hammurabi no era un líder democrático. Ese concepto no existía en la época, lo cual no significa que no constituya un hito para la historia de la humanidad que tratamos de recoger con nuestro trabajo.

Mientras gran parte de las ong´s iraquíes se han visto obligadas a cesar en su actividad debido al nivel de violencia ¿Cómo evaluais desde Mesalla continuar con vuestras actividades en el interior del país?
Uno siempre se pregunta si merece la pena desarrollar actividades en Irak, todo el mundo conoce la situación. ¿Podemos plantearnos conseguir algún resultado tangible?, ¿Merece la pena el nivel de riesgo personal que asumen los activistas que trabajan sobre el terreno?. Creemos que sí. No podemos abandonar. Afrontamos retos importantes pero estamos acostumbrados, no es la primera vez. Nuestra historia viene marcada por una determinación firme: no aceptar ocupaciones extranjeras ni dictaduras. Los iraquíes siempre hemos luchado contra la realidad que trataba de imponérsenos tanto desde el exterior como desde nuestros propios gobernantes. La defensa de nuestros derechos es una constante histórica y no deja de existir por que occidente no esté informado. Es cierto que ahora sufrimos un terrorismo interno que también tiene a los civiles como objetivo. Pero se trata de actos minoritarios que no representan la voluntad del pueblo iraquí. Son muchos más los actos de cooperación y solidaridad entre la población y de los que nadie habla que los actos de violencia, de los cuales recibimos una auténtica saturación de imágenes. Muchos iraquíes trabajamos tratando de crear un futuro diferente para nuestro país. Renunciar, abandonar, entregarnos, tirar la toalla, no es algo que mi mente admita. Los iraquíes no abandonan nunca.

¿Qué pretendéis conseguir a través de la iniciativa de la Semana iraquí de la Noviolencia?

El objetivo fundamental es demostrar que los activistas todavía pueden hacer algo juntos como iraquíes a lo largo de todo el país independientemente de si son sunitas o chiítas, kurdos o árabes. ¿Cómo lo hemos hecho hasta ahora? Organizando seminarios integradores entre representantes de los diversos sectores de la sociedad y poniéndonos, posteriormente, de acuerdo en la formulación de una actividad común sobre el terreno que sea consecutiva a cada uno de los seminarios. Consensuar contenidos, metodologías y el mensaje que pretendemos trasladar a la sociedad es de vital importancia. En nuestra evaluación y análisis de la situación que se vive en Irak, tenemos que trabajar para la construcción de la paz entre las diversas comunidades iraquíes: paz y reconciliación ante el conflicto interno. La creación de la red LAONF (la Red de la Noviolencia, fundada en 2006 y catalizadora de las Semanas Iraquíes de la Noviolencia) es el instrumento que tratamos de potenciar para conseguir este objetivo.

Se trata de un proceso aún incipiente ¿cómo podrías describir sus primeros pasos?

Ha sido un proceso largo. Ha pasado un año desde que realizamos la primera Semana de la Noviolencia e inmediatamente después comenzamos a extender invitaciones a todas las organizaciones contactadas para participar en la preparación en Erbil de la siguiente Semana iraquí de la Noviolencia. Aún recuerdo la primera reunión en el Centro de actividades de Erbil. Fue emocionante ver interactuar a los participantes, había una gran desconfianza inicial entre ellos. Se miraban los unos a los otros tratando de clasificarse, “este es sunni”, “este es chii” ,”este es kurdo” , “este pertenece a esta corriente o a esta otra”. Las diferencias y recelos eran evidentes e intensas al principio pero ahora todos piensan en la misma dirección y comparten los mismos objetivos. No digo esto porque las comunidades estén realmente divididas en Irak, lo digo porque algunos de los miembros de LAONF pertenecen a partidos políticos que incluso están implicados en el conflicto y otros pertenecen a ong´s con una lectura determinada de la realidad iraquí. No son personas individuales extraídas de las comunidades al azar, sin un rol en la sociedad civil. Tienen su rol desde el principio, y lo juegan. Por eso digo que hay diferencias entre ellos al comenzar. Pero ahora presionan para aumentar las actividades conjuntas sobre el terreno, tratan de aumentar la participación en el grupo de LAONF, compartir lecturas y análisis sobre el conflicto y eso es muy importante porque podemos asegurar que ya hablamos el mismo idioma, aunque algunos nos expresemos en árabe y nuestros colegas kurdos lo hagan en su idioma. Hablamos el mismo idioma en términos de alternativas y soluciones para el conflicto en Irak: paz y reconciliación entre comunidades sin la ocupación extranjera como actor político y militar que interviene sobre nuestras vidas.

¿La red LAONF puede sobrevivir y aún crecer pese al violento conflicto interno?

Queremos crecer a partir del convencimiento de que la noviolencia es un instrumento efectivo para generar una sociedad más justa y es posible provocar transformaciones en las sociedades sobre las que se interviene con esta metodología. LAONF debe crecer y atraer a cada vez más miembros, ya sea a título individual o como organización y lo está haciendo. La violencia es, quizás, cada día más intensa, pero el convencimiento de que ése no es el camino para solucionar la situación está cada día más instalado entre la población. Estamos convencidos de que esta Red solo puede crecer a través de actividades sobre el terreno. Que nos vean y nos conozcan en cada pueblo y en cada ciudad de Irak. Esa es la clave. No sirve sólo con organizar reuniones y formaciones en el exilio jordano o incluso en el Kurdistan, dentro de Irak. Tenemos que desarrollar campañas sobre el terreno, en Bagdad, e Basora, en Najaf, en Kut, en Tikrit, en Diwaniya y no permitir que las milicias y el ejército ocupante se hagan dueños de la situación. Con la primera Semana de la Noviolencia en 2006 nos dimos a conocer como red y aquella fue una ocasión muy importante para recabar apoyo de organizaciones relevantes e individuos representativos de todos los sectores. En esta segunda edición contamos con mayor participación y extensión geográfica. Tenemos la expectativa de que mas de 100 personas se sumen y tenemos que ser siempre conscientes de que estas actividades se desarrollan en una situación de recursos mínimos pero con una energía inmensa por parte de todos los activistas. Dando ejemplo y persistiendo en no abandonar nuestras actividades sobre el terreno sea cual sea la situación es el único modo que conocemos para crecer como Red.

¿Tenéis una agenda política ante el conflicto interno y la ocupación extranjera?

En mi opinión el proceso político ha llegado a un punto muerto y sin solución. Lo primero y más urgente es fijar una agenda clara de retirada de la ocupación extranjera. Algunos dicen, sobre todo en el exterior, que no es realista pensar en Irak sin una ocupación militar extranjera que mantenga la seguridad pero no es una visión realista. Hemos visto cómo desde el primer día de la invasión, la seguridad de los iraquíes no se encontraba entre sus objetivos. Aún recuerdo cómo permitieron y fomentaron el saqueo de Bagdad en 2003. Ellos son la principal fuente de inseguridad en el país. Para la inmensa mayoría de los iraquíes lo primordial es ver su país libre de ocupantes. Tratamos de generar un proceso político en el que sólo deben participar los iraquíes. El papel de la comunidad internacional debería limitarse a presionar y trabajar desde las Naciones Unidas hasta conseguir una nueva resolución del Consejo de Seguridad que fije el calendario de la retirada. Esta es la condición inicial desde el punto de vista de los iraquíes y nuestros principales actores políticos deberían comenzar a evitar las discusiones sobre los detalles que nos separan, sobre la legislación en la que no pueden ponerse de acuerdo. No es el momento de centrarse en esto, no tiene sentido, por ejemplo, discutir en la actualidad el futuro de Kirkuk mientras se mantiene el nivel de sufrimiento de sus habitantes. Este debate podría posponerse a un momento posterior si no se quiere provocar una nueva guerra civil en esa región. Lo mismo pasa con la nueva Ley del Petróleo. No es el momento de abordarla porque sólo aumenta la división sectaria y comunitaria entre quienes la negocian. Es necesario ponerse de acuerdo en la celebración de unas alecciones anticipadas y en que asuman sus responsabilidades por lo hecho hasta ahora quienes han gobernado el país desde la invasión, dándoles a los iraquíes la posibilidad de tomar decisiones propias sin la ocupación como actor participante. Hay que crear un proceso de transición tras la retirada de la ocupación, convocar nuevas elecciones y que estas estén abiertas a todos los sectores de la sociedad iraquí. Sin dar estos pasos seria muy difícil encontrar una solución a la situación en Irak. Cada día que pase sin avanzar en esta dirección, elecciones anticipadas y fin de la ocupación, los problemas continuaran aumentando. Uno no puede siquiera imaginar que soluciones como aumentar el número de tropas, o construir muros de separación y falsa división sectaria entre los habitantes de Bagdad sirvan par solucionar nada, como estamos viendo. Esa es la dirección equivocada. Los principales actores políticos iraquíes están tomando las decisiones equivocadas con la colaboración de los ocupantes.

diario de un día de grabación en Kirkuk


Kirkurk, frontera entre la seguridad y el caos
Los problemas para entrar e informar en la ciudad de Irak
ALBERTO ARCE - Kirkuk, Irak - 06/05/2007

El norte de Irak proporciona garantías de seguridad tanto a los habitantes locales como para el extranjero que se mueve por la región. Los peshemergas kurdos ejercen un estricto control en sus múltiples controles a lo largo de las carreteras tanto Erbil como Suleimanya, así como las rutas que unen las dos principales ciudades kurdas entre si que están selladas, por ahora, a las milicias que secuestran y bombardean con terroristas suicidas el resto del país.

Pero 80 kilómetros al sur de Suleimanya y pocos menos de Erbil se encuentra Kirkurk, autentica frontera entre la seguridad y el caos y puerta de entrada al cuarto oscuro en que Irak se ha convertido para los periodistas extranjeros. Kirkurk representa a la perfección el avispero iraquí. Ciudad mixta en la que conviven kurdos, árabes sunitas y chiítas y turcomanos, se ha convertido en localidad disputada cuya exclusividad se dirime a base de atentados, enfrentamientos armados y secuestros.

Quienes la conocen bien saben que la carretera que une Kirkurk con Suleimanya desde el norte es relativamente segura. No así una vez se entra en la ciudad y especialmente cuando se llega al centro. La carretera que sale hacia al sur y la une con Bagdad es territorio absolutamente vedado.

El riesgo de adentrarse en la ciudad es alto. Si bien las bombas y atentados suicidas son prácticamente aleatorios y no hay más seguridad frente a esto que no visitar el lugar donde pueden ocurrir, lo que mis acompañantes temen es el secuestro. En dos minutos, un grupo armado puede parar el coche, percatarse de que hay un extranjero dentro y ahí se acabaría la historia, especialmente para los iraquíes que le acompañen.

Pero aun así, es necesario intentarlo. En cualquier situación, es necesario que alguien traspase las fronteras de la sensatez para mostrar lo que sucede más allá. Lo que sigue es el procedimiento para conseguirlo. Los pasos a dar son sensibles y requieren, ante todo,
tiempo y los contactos adecuados. En mi caso, convencer a personas que conozco desde hace meses me ha llevado largas horas de conversaciones.

Los periodistas pueden "empotrarse" en la fuerza militar extranjera que ocupa el país y moverse, con su autorización y el control consiguiente de todo aquello de lo que pueden ser testigos. Identificarse con un ejército no suele darle a un periodista la mejor garantía de neutralidad informativa, si es lo que busca, ni mucho de menos de seguridad, ya que las tropas son el principal objetivo de los ataques de las milicias. Otros informadores, especialmente norteamericanos, optan por contratar seguridad privada, guardaespaldas
civiles fuertemente armados.

Protección privada

Hace un par de días, mientras tomaba te en la puerta de un consultorio médico en Erbil, uno de estos guardaespaldas privados me explico con todo detalle que moverse en sus jeeps blindados y rodeados de protección se ha convertido también en un imán que atrae a los
terroristas y grupos de la resistencia, siempre ávidos de dar caza a cualquier occidental que se mueva por el país.

Finalmente, tras conversaciones con activistas y periodistas locales y los consejos de quienes se dedican a proteger extranjeros, la opción mas sensata para adentrarse en la ciudad de Kirkurk, como ejemplo de uno de los lugares en los que un extranjero no debería pensar en visitar, es hacerlo en un coche particular, sentado en el asiento trasero, con ropa local y llamando la atención lo menos posible.

Riesgo para mis acompañantes

Atravesar el punto de control militar no es difícil. Los soldados piden la documentación y le recuerdan a mis acompañantes locales el riesgo de entrar con un extranjero en la ciudad. Ellos también tienen carnets de prensa y más allá de las lógicas recomendaciones los soldados no nos ponen mayor dificultad. En muchas de las esquinas hay sacos terreros y soldados que vigilan. En las sedes de edificios públicos, los mismos soldados y en muchos comercios y edificios que albergan la sede del periódico local, la televisión o cualquier partido político, alambradas, muros de cemento, y civiles con kalashnikov. Mis acompañantes van a repartir posters y una convocatoria a participar en una serie de actividades contra la violencia. No van firmadas por ningún partido y se limitan a representar un mapa de Irak con la leyenda "por un Irak sin violencia". Instrucciones: "no hables con nadie, si alguien se dirige a ti no contestes y déjanos hablar con nosotros, escóndete detrás de la cámara de video y no dejes de grabar."

Dicho y hecho. Se para el coche, comienzan a colocar una pancarta en medio de la calle y un grupo de personas se acerca inmediatamente. No llegan a la media docena. Se entabla un debate y en menos de cinco minutos, dos Humvees del ejército iraquí se detienen a preguntar que sucede. Mientras mis acompañantes explican lo que están haciendo, los viandantes abren una discusión con los soldados y a pocos metros aparece un civil armado que mira y tiene un teléfono en la mano.

Mientras me da tiempo a realizar un par de entrevistas a la gente que esta en la calle y a filmar a los soldados estudiando con detenimiento lo que esta escrito en los posters y panfletos, mis acompañantes se percatan de que el hombre armado continua hablando por teléfono y mirándonos. Ante la duda, subirse al coche y abandonar el lugar con rapidez. La misma operación en un par de ocasiones y finalmente nos dirigimos al local de un grupo de estudiantes, en el que puedo sentarme con mas calma, beber te, comer y terminar de grabar las entrevistas con las que representar la situación que se vive en Kirkurk.

Han sido menos de 30 minutos en las calles antes de entrar en un lugar cerrado y de confianza. Contando con la ayuda de personas que conocen la ciudad. Ese es el límite, sensato, por llamarlo de alguna manera, con el que un extranjero puede trabajar en las calles de un lugar como Kirkurk.

antes de que los matasen, estaban vivos

Así que toca tomar el avión, plantarse en Amman y desde ahí llegar hasta Bagdad con el objetivo de seguir con una cámara a un grupo de iraquíes a los que considero excepcionales. A principios de Mayo comienza la “semana iraquí de la noviolencia”. Sunitas y chiítas, juntos, en Bagdad, Basora, Mosul, Erbil que tratarán de dar ejemplos e ideas sobre cómo frenar la espiral de la violencia que ha aniquilado su país. Sin canales de televisión, más cobertura periodística que este blog, sin imágenes para la posteridad o grandes actuaciones para la galería. Sin publicidad ni prácticamente apoyo. Con poco dinero y menos multitudes. Se trata de compartir un puñado de momentos con unos tipos que sobreviven encerrados en el cuarto oscuro en que se ha convertido Irak tratando de encender velas con las que no darse de bruces contra la realidad.

Invasión, guerra civil, violencia sectaria, desempleo, radicalismo religioso, piedad conmiserativa de estómagos agradecidos y televidentes inmunizados al dolor ajeno, políticamente incapaces de parar la guerra, por desgracia. Ciudadanos con mando a distancia en lugar de papeleta en la mano y urna. Confusión y hastío. Al final, miedo otra vez por cosas que se ven en la proximidad. Voy a grabar por miedo. Para recuperar el valor, para creer que se pueden cambiar las pesadillas. Miedo a que las cosas sigan empeorando. Porque algunos iraquíes -no sé cómo- me incitan a entrar en su oscura habitación para tratar de encender la luz y que cada mañana, cuando se levanten tengan un motivo más para seguir adelante. Eso fue lo que me contó, tan cínico como convencido, Stefano Ellero, el italiano universal que dejaba Irak para irse a Palestina, y responsable de gran parte de que este grupo de iraquíes continúe adelante, cuando le pregunté en Erbil si merecía la pena aquello a lo que nos dedicamos.

Ellos necesitan motivos para continuar. Nosotros también. El periodismo puede dárnoslos. Informando a quienes quieren conocer mejor la realidad y motivando a quienes además de conocer quienes dar pasos hacia delante. Trataré de grabar un documental que pueda verse en Europa y los Estados Unidos y cambiar con él, aunque sea mínimamente, la representación instalada en el imaginario colectivo que ha convertido a los iraquíes en seres violentos y sedientos de sangre guiados por irracionales motivos que no acabamos de comprender. Mi documental es periodismo, es día a día, es urgente y necesario, sin más reflexión artística que la de la definición de Zola: el arte consiste en ver una esquina de la realidad a través del temperamento del autor. Algunos lo llamarán reportaje y resaltarán que su valor está en llegar hasta el final del camino. Otros dirán que tengo algún modo propio de contar lo que veo. Circulará, provocará debates, con suerte, molestará a todos aquellos que políticamente correctos en su discurso, aleatoriamente en la derecha o la izquierda, verán y escucharán cosas sobre Irak que no se corresponden con las teorías establecidas para que nuestras simples mentes europeas entiendan aquella realidad. Acabo de ver “Punishment Park” de Peter Watkins. Se filmó hace 36 años. Antes de que yo naciese. Emprendo viaje sin que aquel país que enviaba a sus jóvenes a morir a Vietnam haya cambiado un ápice a mejor. Watkins recogía las voces de quienes no querían luchar en Vietnam. Los hijos de los soldados que cumplieron órdenes y se negaron a escapar al destino que se escribía para ellos han devastado ahora Irak. Pero, como ha escrito Santiago Alba, “los iraquíes, antes de que los matasen, estaban vivos”. Mañana desayunaré con uno de ellos.

por decir algo

Volvía a casa, a las dos de la mañana del tranquilo barrio de Gracia en Barcelona, escuchando el programa de Juan de Pablos en Radio 3. Doblé una esquina y un hombre rebuscaba en la basura. Por eso insisto en huir hacia delante. Porque no sé dónde pasaré más miedo, si en Irak o en mi vida diaria. Son diferentes, pero ambas vidas, la de la semana que viene, tal y como la sueño y la de ayer, tal como me vino dada me dan el mismo miedo. No sé mucho sobre Michi Panero, pero la canción de Nacho Vegas que le homenajea deja bastante explicado porqué me interesaría si algún día lo leyese y se ha convertido en la banda sonora de mis últimos meses. De algún modo me la llevo en el tarareo.

Podría justificarme desde el activismo rancio, desde la radicalidad propositiva que supone tratar de cambiar algunas cosas tanto en el contenido como en las formas o desde la egolatría más absoluta. Si me decidiese por cualquiera de los motivos, rellenaría páginas de autobombo mediocre y me lo creería yo mismo, además de convencer a unos cuantos. Me da pereza porque cualquier argumento no es más que pura palabrería y hacerse la pelota a uno mismo. No tengo la más mínima idea de si hago esto porque quiero o porque ya no soy capaz de dedicar mi tiempo y el poco esfuerzo que le pongo a todo a cosas más sensatas. Me siento incapaz de lo demás: de mantener una relación de pareja normal, de rendir en un trabajo de ocho horas en el que haya que dar cuentas y coordinarse diplomáticamente con otros o de aprender de una vez por todas a dejar de llamar la atención. Cada dos años asumo que nada me satisface y pruebo lo que la casualidad me pone en la diarrea verbal.

cosas previas

Respecto al viaje. Si no tuviese miedo por subirme a ese avión, estaría loco. Tenerlo y continuar adelante indica que igualmente lo estoy. Locura sana, espíritu activista. Inconsciencia creativa, afán de superación, solidaridad con quienes viven jugando a una carta de la existencia permanentemente boca abajo. Ningún documental es fácil. Este aún menos. Pero es necesario. Eso seguro. De ahí que comience a rodarlo anclado en el miedo. El físico y el de la responsabilidad. El miedo no puede definirse porque cada cual lo arrincona tras sus propias inseguridades y sólo se vence tras cerrar todas las puertas que permitirían escapar a él. Cerrar puertas al cambio de opinión, al miedo y a la palabra dada ha sido mi mejor empeño de estas semanas. Quienes me rodean las abren continuamente. Algunos simplemente por existir conmigo y guardarse lo que sienten. Su silencio me preocupa. Otros a través del chantaje emocional. Los quiero a todos por igual, y me comporto con ellos del mismo modo: silencio sobre mis sentimientos y chantaje emocional en todo lo que se refiere al documental y el apoyo que necesito para que salga adelante. Nadie es perfecto. Me asustan y me apoyan aquellos a quienes quiero. A ellos no hay nada que demostrarles. Viajan conmigo, de algún modo.

Han sido meses de pensar en solitario y meses de discutir en conjunto con un grupo de personas de variada procedencia sobre el mejor modo de realizar un trabajo que creemos útil, que informe de algo que realmente merece la pena, que esté al servicio, en definitiva, de los protagonistas de la noticia que se cubre. ¿Filmar un documental es cine, reportaje periodístico, compromiso personal y colectivo?. Muchas preguntas sin respuesta en un mundo donde hay que categorizarse, ponerse una etiqueta y ser “algo” identificable que los demás puedan comprender y juzgar. Viniendo del mundo de las ONG´s, teóricamente desmercantilizado y tratando de dar el salto a ese mundo que me cuesta definir, el del periodismo y la información, teóricamente mercantilizado, arrastro conmigo mi coherencia y al menos el primer día de escritura, sé que aún se mantiene digna y en pie.

Creí vivir y trabajar, mientras “cooperaba” en un contexto que me protegía y me permitía ser coherente. Me equivoqué. Muchas veces nos sorprendemos a nostros mismos. Incluso antes de emprender viaje ya me he decepcionado con el egoísmo, el doble discurso y la hipocresía de algunas personas. Mientras, quienes pueden contribuir con poco en lo material y todo en lo emocional, lo hacen y quienes marcan sus reglas mercantiles de antemano, al menos me permiten saber que atenerme: qué necesitan de mí y que pueden darme a cambio. Acepto las reglas. Trato de llevarlas hacia donde la coherencia sobreviva. Que se queden con sus activismos y solidaridades quienes lo convierten en modo de vida, en silla eterna, en eterna lección magistral perfectamente sostenible en el discurso y falta de compromiso con la realidad en la práctica. Sigamos con nuestros errores los demás.

la cámara

En realidad escogí la cámara de video porque era lo más fácil. Y también por casualidad, pero esa casualidad no viene ahora al caso. Es fácil conseguir una cámara. Es fácil usarla. Sólo se necesita pagarse el viaje y tener un editor a la vuelta. No es moco de pavo, pero es mucho más fácil conseguir eso que otras muchas cosas. Resulta pertinente mi modo de comprender la facilidad a la hora de transmitir una idea que permite el uso de la cámara. Si uno es capaz de llegar más lejos que los demás y consigue imágenes interesantes, queda justificado que se difundan. No necesita ser un artista. Sólo olvidar que hay balas y es peligroso seguir caminando. Es el precio que se paga. Quizás te pasa algo. Inconvenientes del oficio. El que se mete en esto sabe lo que hay. Después de ver el final cerca alguna vez, todo se relativiza y se convierte en adictivo, que nadie mienta. Ser el primero, llegar más lejos, sentir la adrenalina del riesgo. No cuento nada nuevo. La forma de conseguir credibilidad para un discurso que de otro modo no la tendrían. Uno no es experto académico ni tiene 20 años de experiencia luego, llama la atención y consigue así que le escuchen. Qué fácil es destriparlo todo ¿verdad?.

Con imágenes resulta simple contar lo que se ve y la realidad viene construida, la cámara la captura con una mediación e intervención mucho menor que la palabra. La palabra necesita un intermediario que traduce lo que se ve y se oye a través de la mente del periodista. El periodista mira, escucha, deshace y procesa en su interior y re-crea con la mayor fidelidad posible. Pero depende de él en mucha mayor medida que cuando se ataja con la cámara. Las imágenes ya están, sólo hay que ordenarlas, las palabras necesitan brotar, además de ser ordenadas. Con la cámara todo viene dado cuando se ha llegado hasta la noticia, sólo hay que saber dónde ponerla y posteriormente confiar en el editor.

de qué va todo esto

Destino de este viaje: Bagdad, capital mundial de la violencia. Objetivo: grabar y escribir para que los demás vean y lean en torno a “la semana iraquí de la noviolencia” y quienes la organizan, la ONG local Al Mesalla. Motivación egoísta: convertirme en periodista. Algunos dicen que ya lo soy, otros no se lo creerán nunca. El instrumento a través del cual he conseguido cumplir mi sueño (o estoy cercano a hacerlo) es viajar a donde casi nadie quiere hacerlo, asumiendo unos riesgos irracionalmente altos y en unas condiciones absolutamente desfavorables desde la lógica y la intendencia que asegurarían al menos, realizar este viaje en las mejores circunstancias posibles.

El blog permite expresarse con la libertad de quien no sabe utilizar la técnica de síntesis que genera noticias de 750 o 1000 palabras. Desde hace meses y salvando los ejemplos de Ángeles Espinosa, Tomás Alcoverro y Gervasio Sánchez, todo lo que se lee de Irak en nuestros medios proviene de notas de agencia. Bien, yo no sé escribirlas. Sé, en cambio, pensar en alto, tratar de traducirlo a textos relativamente coherentes y sobre todo ser sincero conmigo mismo. Dudo que genere interés ya que no estamos acostumbrados a leer esto en la prensa pero persevero y persevero. Supongo que la prensa no es su espacio natural. Otros países generan espacio para este tipo de trabajo. En España el freelance o francotirador de la palabra no es una profesión que tenga prácticamente salida. De hecho, casi nada tiene salida, salvo honrosas excepciones si no se pertenece al grupo, la familia o el círculo de amistades adecuadas. Generamos siempre el beneficio de la duda con absoluta ilusión por contradecir el saber popular de que “el que no tiene padrino no se casa”. Aquí sigo sin padrino. ¿Alguien se ofrece voluntario?. Si a eso se le suma el origen activista, es decir, la relación directa entre lo que se escribe y cierto compromiso con las personas con las que se viaja y finalmente sobre las que escribe, supongo que llegamos a la conclusión más sensata: esto no es periodismo. No hay separación del objeto de estudio, no existe la más mínima pretensión de objetividad, asumiendo que, de existir, no quiero casarme con ella, y sobre todo, es la primera persona que lo guía todo. Escribo lo que veo, lo que siento y lo que quiero transmitir asumiendo la dificultad de que llegue a conectar con las reglas de la profesión. ¿Por qué quiero ser periodista si el periodismo parte de reglas que no conozco y con las que probablemente ni siquiera estoy de acuerdo?. Porque la del periodista sigue siendo hoy la única profesión que permite contar lo que sucede y esperar que el mensaje que se transmite llegue a otras personas. No es política porque no vendo que mi modo de ver lo que veo sea el único ni mucho menos el mejor. Es política porque habla de una realidad política. Pero no se trata de convencer. Sólo de filtrar a través de mis ojos mis letras lo que quizás a otros les sirva y a mí me parece no sólo obligación moral sino extremadamente divertido. No creo que tratar de ser útil sea incompatible con los sueños propios. Siempre hay un punto egoísta y egocéntrico en todo esto. Pero, comenzando por ser útil a quienes me encuentro por el camino e idealmente cerrando el círculo en quienes lo lean sentados en sus casas, espero que sirva para algo.

introducción quinta

El tiempo se acaba. El tiempo siempre corre en nuestra contra y solamente lo hace así porque nosotros decidimos que tiene que terminarse. Porque pese a que en realidad nunca vaya a pararse, seguirá transcurriendo a una velocidad que ni podremos ni querremos seguir. La señalaremos como imposible de aguantar antes de que nos expulse de sus cadencias. El tiempo se termina cuando nosotros decidimos que se termine porque es nuestro tiempo, pero nuestra hora comenzará sólo cuando nosotros queramos convertirnos en dueños de nuestro propio futuro. En tanto eso no suceda el tiempo se termina. No debemos esperar más. Debemos apoderarnos de la capacidad de equivocarnos sin pausa, de estamparnos contra las imposibilidades de lo material protegidos por la sustancia etérea de los sueños que nos traen la felicidad. Cubrirnos, poco a poco, con una fina pero consistente capa del idealismo que recogemos mientras soñamos para poder ubicarla posteriormente en el mundo de las horas y los días, de la luz y los despertares. No podemos permitirnos que la realidad cambie sólo a la hora de dormir y que las recetas con las que nuestras mentes nos ilustran mientras descansamos en la cama se olviden al abrir los ojos cada mañana. Soñar es gratuito y debemos acostumbrarnos a que los sueños se hacen realidad cuando decidimos que no podemos seguir escapando de nuestras ansias por poder mirar a los ojos y no ver hijos de puta en los espejos. Para poder actuar sin hipotecas ni deudas, sin deberes ni restricciones, por obligación hacia nosotros mismos y desprecio ante quienes llenan nuestras vidas de cerrojos que nos convierten en seres inermes y fácilmente manipulables.

Hay millones de motivos, millones de latidos que fuerzan y empujan desde dentro, que contribuyen a generar sensaciones, que ayudan a romper el silencio. Y son millones de motivos y de latidos compartibles en su esencia y condenados en la actualidad a un aislamiento que los convierte en frustración individual cuando deberían funcionar en realidad como nexos de unión parar actuar colectivamente. Nos encontramos ante una desconexión del hombre con el hombre tan profunda que la simple petición de ayuda, el más elemental llamamiento a la solidaridad, aparece como un precipicio de caída infinita, de insondable fondo, de oscuro vértigo. Y no podemos permitirnos mantener este aislamiento, no podemos continuar con la negación de lo más humano que surge desde nuestro interior. La llamada desesperada hacia el exterior debe ser recuperada como instrumento de identificación de posturas comunes ante la realidad. La expresión individual de miedos y sueños, de frustraciones y aspiraciones, debe convertirse, una vez generalizada, en ese motivo que ponga a andar de nuevo las ansias de transformación que siempre han caracterizado a los marcados, a los insatisfechos, a los soñadores, a los justos y a los locos. En definitiva a los buenos. Porque las cosas nunca son mucho más complicadas que como las plantean los niños. Están los buenos y están los malos. Están las cosas bonitas y las cosas feas. La inocencia de la infancia y la incredulidad de la experiencia. Y por el camino, muchos seres humanos que tropiezan en busca de la identidad que injustamente se les niega.

introducción cuarta

Las posibilidades son inmensas. Necesitamos esto y mucho más. Necesitamos retomar lo que realmente somos para dejar de ser lo que nos han enseñado a creer que somos, lo que nos han presentado como una inexorable losa de madurez que cae sobre nuestros cuerpos cada vez menos jóvenes. Si debemos comportarnos en sociedad que la sociedad nos trate según nuestras reglas, que nos permitan comenzar a definirlas, que se aparten a un lado los responsables de este mundo en el que ya no creemos si no quieren caer prisioneros del rugir de la marabunta que ellos mismos crean y terminará por aplastarles abruptamente. Porque también nosotros somos sociedad, porque nosotros reproduciremos los sistemas de los que nos dotemos para subsistir, porque tenemos reglas que proponer y conocemos cuáles son las reglas que queremos saltarnos para poder seguir avanzando sin destruir aún más el mundo en que vivimos.

Por el millón de lágrimas que nos dictan los deseos de cambiar el orden establecido y por la limpieza general que sobre ellas es necesario comenzar a diseñar para que la suciedad no lastre nuestro futuro debemos pedir paso, de una vez por todas, a quienes taponan nuestro camino con las verdades de los cementerios del sur y los muertos en vida del norte. Debemos recuperar el valor para gritarles a quienes matan para mantenernos cómodamente alejados de cualquier duda y decirles que no queremos ser mantenidos sobre tumbas. Debemos sumar esperanzas y caminar contra los muros, debemos martillear todo muro que nos frene, desarticular las barreras que se interponen entre todos aquellos que no han sabido decir no a tiempo y ahora se ven encerrados en un mundo que no aceptan y aquellos que nunca han dicho sí pero deambulan solitarios entre la frustración y la rabia. Unir las fuerzas de quienes creen que las han perdido pero saben que pueden volver a creer en sí mismos por la añoranza que mantienen.

Caminar hacia otro mundo nunca ha sido fácil. Muchos de los senderos emprendidos por quienes lo intentaron en el pasado fracasaron en su mismo origen, otros fueron cegados por las apisonadoras de un poder que, pese a cambiar en los modos se mantiene inmutable en sus fundamentos de odio y extorsión, del poder del que sí sabe defenderse frente a nuestra incapacidad para ofrecer alternativas. Retomemos los ejemplos de resistencia que la realidad nos muestra, recojamos las brisas que nos llegan desde todas las esquinas del planeta. Convirtamos los suspiros esperanzados que logran alcanzar nuestros oídos en fuerza para plantear nuevas unidades y nuevos modos de desordenar el orden que nos destruye. La esperanza se pierde pero no se pierde la capacidad de soñar que algún día podamos salir a buscarla de nuevo, siguiendo el ejemplo de tantos soñadores que se equivocaron antes que nosotros, que dignificaron su existencia equivocándose en el camino por materializar los sueños compartidos de quienes queremos continuar sintiéndonos humanos.

introducción tercera

Y el nuestro es un grito disonante, arrítmico y ecléctico. Un grito con un ritmo que sólo se llama ritmo porque surge desde dentro, marcado por un diapasón vital que ni queremos ni podemos modificar. Porque la pulsión de la que nacen nuestras fuerzas es biológica y con restos de humanidad, emblema solitario de nuestros orígenes comunes, de una realidad que muchos ya han decidido apagar y esconder aún sabiendo que continúa dentro, muy dentro incluso de quienes han marcado su muerte, dominándola desde la razón. Una razón diseñada para trabajar contra la vida, para acumular mentiras que cubran de oprobio y oscuridad las verdades que sólo pueden ser expresadas con la valentía caduca que nuestros verdugos han perdido y a la que no quieren volver a enfrentar en ningún caso. Para matar en otros el ejemplo que sirviese de espejo en el que reconocerse, derrotados por la cobardía y el convencionalismo que pretenden imponernos, el espejo de su patético manierismo, de la triste corrección.

Deformemos las imágenes que nos devuelven los espejos lisos a los que nos exponen. Quizás retornar al callejón del gato sea nuestra única tabla de salvación, una vuelta a la vida sin orden ni sentido pero con renovadas capacidades para disfrutar de nuestra espontaneidad. El retorno a un desorden natural en el que poder sentirnos libres, una anarquía sentimental que nos bañe y nos revuelque en olas de lágrimas que limpien nuestro infecto día a día. Lágrimas de felicidad. Desorden emocional creativo. Valentía sentimental y locura provocada. La insana salud de quien pretende revertir el caduco orden que cada día llama locos a los más lúcidos y sensatos a los responsables de la inhumanidad que nos dirige. Borbotones de acción espontánea y justificada únicamente por su ausencia de frialdad y su voluntad de revertir el insulto. Reivindicación de cualquier sin sentido que exprese sentimiento y abolición del sentido que nos convierte en esclavos a las órdenes de nuestra propia y resignada infelicidad.

introducción segunda

Partimos, en cierto sentido, de un viaje al pasado, de una vuelta a los fotogramas en super 8 de aquellas carreras que nunca tuvimos oportunidad de correr, de ganar ni perder por nosotros mismos, y sin embargo nos atan ahora a la irremisible suerte de unos perdedores en los que con el tiempo nos hemos transmutado, que nos han contagiado su impotencia y su traición. Aquellas carreras llenas de zancadillas que nos condenaron de antemano, por herencia, a reproducir sus propios fracasos. Nuestra invalidez proviene de una infección causada por series de imágenes -en blanco de negro primero y ahora en formato digital- que nos han prostituido durante años al transmitirnos falsos idealismos, verdades traicionadas, macabros pasados revolucionarios de los monstruos que nos niegan el futuro, expedientes justificadores de nuestros verdugos del presente, protegidos aún demasiadas veces por sus historiales vendidos a precio de saldo y apoyados en el trampolín de nuestro inútil respeto por la historia para poder continuar dándonos lecciones.


Nuestra generación avanza por la existencia dando tumbos dentro de una carretera de dirección única, impedida para tomar riesgos, prevenida de saltar por encima de unas vallas laterales de protección que tienen tanto de impuestas como de ficticias. Nuestra voluntad de saltarlas y estrellarnos solos, sin arrastrar a nadie, ve como se le niega una racionalidad en la que ha dejado de creer pero sigue enseñándose desde los mismos púlpitos que le marcan el camino a seguir. No nos dejan estrellarnos y romperlas porque invadiríamos sus oasis de plácida complacencia, ensuciaríamos con nuestra sangre su falsa comodidad y sus apagadas conciencias. Existimos porque continuamos tratando de romper el camino que se nos diseñó sin preguntarnos, de violar las verdades absolutas con las que nos engañan y nos aplastan, enterrándonos en falsas correcciones y refugios libres de todo disenso. La libertad no existe porque nos impiden verla, la distorsionan y difuminan con baratijas, con sobornos temporales, con comparaciones que siempre tienden a la baja, con competiciones inútiles que no tienen más objetivo que vaciarnos de las fuerzas que servirían para cuestionar su inocencia hasta hacerla desaparecer por completo, hasta desenmascarar por siempre su culpabilidad. La libertad no existe porque no nos dejan verla. Porque pretenden asesinarla para que únicamente la respetemos sobre un altar en el que adorarla como algo inalcanzable mientras dejamos escapar la posibilidad de follar con ella sin barreras, de entrelazarnos con sus brazos, su cuerpo multiforme y disfrutar, con ella, de la realidad.

introducción

Pretendemos convertir lo extraordinario en seña de identidad. Intentamos resaltar como característico lo que en realidad nunca debió abandonar la categoría de accidental. Muchas veces caemos en el escepticismo del resistente falto de alternativas ante el miserable orden que nos envuelve. Perdidos desde hace tiempo, paralizados ante un futuro que no ofrece demasiadas expectativas. Buscamos independencia, escapando de la inclusión en informes masas militantes, tribus urbanas o simplemente evitando los innecesarios peregrinajes de socialización desesperada a los que estamos abocados en la incesante búsqueda de un ocio cada vez más narcotizador. Perdemos rumbo en el camino que transcurre desde lo más profundamente definitorio a lo anecdótico y cambiante, desde la militancia en una izquierda de la que muchos ya ni conocemos su posición -pese a que aún la buscamos- al vuelo rasante de las gaviotas que nos vuelven locos en la playa cuando, mientras ellas rebuscan basura entre la marea baja, nosotros nos recogemos en el silencio protector de la soledad. Hemos comenzado a confundirlo todo.

Hemos decidido, en definitiva, y ante la falta de opciones claras de futuro, dejarnos atrapar, escapando de la confusión, por lo que nos convierte en resistentes, negacionistas categóricos o escépticos francotiradores contra lo establecido, en almas solitarias que una vez logran asirse a la tabla de la tranquilidad interior no están dispuestas a aceptar las reglas de la tormenta exterior. Ni dispuestos a aceptarlas ni pacientes o suficientemente comprometidas para demostrar con demasiado ahínco que vamos a romperlas. Así buscamos nuestras señas de identidad. En silencio, desde nuestro escondrijo, camuflados tras un aspecto ordinario y la pertinaz inconstancia de los voluntariosos no somos, en realidad, más que arqueólogos que investigan, a la búsqueda de referentes, entre las ruinas de resistencias que se perdieron antes incluso de que pudiésemos sumarnos a ellas.

Se trata más que nada de mantener a toda costa una adicción, similar a la de la nicotina, que nos obliga a encender, de cuando en vez, alguna remota, lejana esperanza, de que un día nuestra suerte cambie. Cigarro tras cigarro, rebosando el cenicero, humeándolo todo a nuestro alrededor, rotos los bronquios la mañana siguiente, forzándonos sin sentido a respirar con dificultad, matándonos lentamente para que la espera no dure demasiado, para demostrar que poco apego, que poca ilusión, depositamos en la llegada del día que estamos esperando. El día que dejemos de preocuparnos por lo que nos rodea, el día que estemos dispuestos a convertirnos en lo que se espera de nosotros, la tarde que no nos importe que no llegue la mañana siguiente, sentados sobre la más fría indiferencia hacia lo que sucede a nuestro alrededor, acomodados a que ya nada vaya a cambiar o pretendiendo algún tipo de felicidad en la incertidumbre tras la cual nos camuflamos para pasar desapercibidos.

Ese día nos esconderemos tras la esquina rota que no nos deja ver el futuro y esperaremos camuflados para secuestrar a la suerte. Y una vez secuestrada, la suerte, ya nuestra, cambiará, aunque la hayamos obligado a acercarse a nosotros contra su voluntad y no haya sido la fortuna la encargada de las presentaciones. Cuando nadie se lo espere, cuando se haya instalado a nuestro alrededor la sensación de que finalmente hemos comprado la historia, hemos transigido ante la injusticia o hemos aceptado la definitiva tranquilidad de quien no quiere ver lo que sucede a su alrededor y nadie se espere la vuelta del estallido. Ese día, negaremos sistemáticamente la racionalidad para entregarnos a la aleatoriedad de algo nuevo y que no controlamos pero de lo que esperamos más que de este presente que nos encierra. Obligaremos a la suerte a caer presa del síndrome de Estocolmo mientras esté en nuestras manos para apoyarnos en ella a la hora de afrontar el último y definitivo viaje a ninguna parte que estamos dispuestos a emprender: Un viaje que nos devuelva el futuro.