Trailer provisional de THE SITUATION: MESALLA: PEACE ACTIVISTS IN IRAK

The Situation: Mesalla: peace activists in irak


El Documental

“The situation: Mesalla, peace activists in Irak” es un documental filmado por Alberto Arce, Cámara en mano, entre octubre de 2006 y junio de 2007 en Amman, Irbil, Suleimanya, Halabja y Kirkuk.

El objetivo ha sido desde el primer día poner la cámara al servicio de los sueños, la esperanza, el valor y la dignidad de aquellos iraquíes a los que nadie escucha, a los que se niega la existencia en nuestros medios. Sin armas y sin sectarismo. Lejos del rencor y la venganza, escapando de las divisiones artificiales entre compatriotas. Los activistas de Mesalla no abandonan el trabajo, en la peor de las situaciones, unidos por el denominador común de su firme rechazo a la violencia generada por la ocupación y la división sectaria que ahoga su país en sangre. Todo ello relatado a través de las actividades de la Semana iraquí de la Noviolencia"

Dirección, cámara y guión: Alberto Arce
Edición: Cristian Tapies.
Edición de sonido: Verónica Font.
Música Gani Mirzo.

Duración: 71 minutos.

Producción:
Doble Banda, Televisió de Catalunya, Canal Sur, Palacios Producciones

el extranjero en el cuarto oscuro


Artículo sobre la Semana Iraquí de la Noviolencia.
(a cuatro manos con Luca Gervasoni)
Premiado con el Memorial Joan Gomis de Periodismo. Septiembre de 2007.

Publicado en la revista El CIERVO, septiembre 2007.

El extranjero ha dormido mal. Tiene calor. Mañana de domingo ante el Parlamento Kurdo. Asiste a una concentración de protesta. Las organizaciones sociales exigen que se actúe contra los "crímenes de honor". Gritan. Unas veces en Kurdo. Otras en Árabe. Tres semanas antes, Doa, una joven de confesión Yazidia en la aldea de Bahzani, a pocos kilómetros de Mosul, fue asesinada a pedradas por su familia y una turba de vecinos. Tenía 17 años. ¿Su crimen? enamorarse de un musulmán. No se trata de un hecho aislado. Otras veces, antes de que llegue el asesinato, la propia joven decide actuar. Normalmente se prende fuego a sí misma. ¿A quién le importa cuando aquí no paran de llover muertos? El extranjero calcula que asisten a la manifestación unas doscientas personas. Frente a ellos, unos treinta militares equipados con material antidisturbios y un número indeterminado de policías de paisano se esfuerzan por evitar que la actividad devenga en manifestación. Ahram Jamal, del Instituto para las Elecciones de Suleimnaya, describe la situación. "Es muy difícil desarrollar la democracia en estas condiciones. Nos encontramos ante la responsabilidad de ayudarla a nacer, pero el clima de violencia generalizada, incluso en una concentración pacífica, es muy fuerte". Ahram le explica al extranjero: "El gobierno no confía en la sociedad civil. La tensión es continua en nuestras actividades. Es muy difícil conseguir permisos para desarrollarlas. Las libertades sufren violaciones constantes. Este ha sido un lugar tradicionalmente violento y las autoridades actuales han recogido esa tradición pese al cambio de régimen". Los activistas de Al Mesalla están presentes en la manifestación. Están en todas. Siempre que la sociedad civil empieza a organizarse. Abdullah y Waleed reparten los carteles de su nueva campaña. Convocan una semana de actividades para aprender, juntos, a resistir al miedo. A toda clase de violencia. Entre sorprendidos e interesados, los participantes se los quitan de las manos, los leen y hacen suyos, levantándolos al aire ante los soldados. Comienza la Semana Iraquí de la noviolencia.

El extranjero acompaña a los miembros de Al Mesalla. Presencia la misma escena una y otra vez. Mosul, Suleimanya, Dohuk, Kirkuk, Halabja y Gharmian. Es testigo. Un incansable grupo de activistas se levanta a las seis de la mañana, prepara carteles, calendarios, flores y palomas. Los introducen en el maletero de un coche para distribuirlos a través de los bellos paisajes del Kurdistán en una primavera de esquina rota. Viajan para encontrarse con otras organizaciones e invitarlas a participar de su trabajo. Invitarse mutuamente. Exigen la reconciliación. Sueltan palomas por la paz junto a cientos de escolares en un antiguo centro de tortura del Partido Baaz. Exigen la retirada inmediata del ejército invasor. Plantan olivos en la carretera que une Dohuk con Mosul. Exigen elecciones democráticas. Inundan de pancartas una avenida de Kirkuk. Exigen paz. Organizan actividades, conferencias, pases de documentales. Hablan de Gandhi y de la noviolencia como estrategia para transformar el conflicto en Irak. Exigen justicia.

El extranjero, en principio, se pregunta si se trata de acciones meramente simbólicas. Vive en Barcelona. Allí la violencia iraquí es solo un paisaje distante. Una litografía donde el horror se repite, aleatoriamente constante, saturando su retina. Los iraquíes, las iraquíes se pasean por la pantalla del televisor de los honrados ciudadanos de occidente como si no tuviesen corazón. Casi siempre alzando las manos hacia un cielo que no responde. Entre los restos de un atentado reciente. Gritando. Como si, antes de que los matasen, nunca hubiesen estado vivos. El extranjero recuerda que antes de venir aquí no creía que estuviese sucediendo. Ahora, a veces, en la noche se revuelve y se incorpora. ¿Cómo creer que aquí mueren 3.000 personas cada mes? Creerlo de verdad. Hacerlo suyo. Empatizar. El extranjero se pregunta ¿Por qué se pudren lentamente veinte millones de personas en éste país. Y si consigue una respuesta: ¿Cómo comprender que unas palomas, olivos, carteles, salvarán a alguno de ellos?
El extranjero sabe que las palomas no salvarán a nadie; pero quizás alguien volverá a tomar aire y compartirá su determinación. Alguien aprenderá a dirigir sus gritos. Abdullah dice: “Queremos recordar que todavía estamos vivos. Que todavía existimos. Que no nos hemos rendido. Que todavía tratamos de recuperar el futuro que nos roban. Todavía”. Paciencia y valor. Lucha. Sobre todo valor. El de los que deciden pasarse al activismo en una sociedad donde el reto es la creación, desde cero, de una democracia. Por este país han pasado décadas de dictadura y guerra que nos cargan de responsabilidad. A los honrados ciudadanos de occidente.

El extranjero va encontrando respuestas. Cree con ellos. Las acciones de Al Mesalla, profundas y trascendentes en su aparente minimalismo, devienen en detonante. Es más interesante que considerarlas, ciego en sus apriorismos, un fin en sí mismo. El detonante se sienta en los encuentros, junto a ellos. En la visibilidad que otorga ese “a la calle que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que pues vivimos anunciamos algo nuevo” se establece la radicalidad propositiva de su existencia. Tras esas flores, tan artificiales como reales, cortadas y clasificadas en bolsas de plástico durante largos viajes en coche e inmensos madrugones. También mientras el extranjero infla globos con ellos. ¡Globos frente a 3.000 muertos al mes! En largas noches de tertulia, con un generador como banda sonora llega siempre el porqué. “Tratamos de crear una Red de activistas contra la violencia en Irak. La Red LAONF. Lo mismo que soñamos aquí, mientras nos despertamos y descubrimos que era cierto, sucede estos días a lo largo de todo el país, en Bagdad, Basora, Kut, Najaf, Tikrit…”
El extranjero hace recuento. Durante la concentración de protesta contra el asesinato de la chica, Abdullah lanza una convocatoria: ¿por qué no nos coordinamos y planeamos viajar al pueblo de la chica para celebrar un acto en su memoria y contra la violencia? Os convoco a una reunión en el Centro HIWAR, la sede de Al Mesalla”. Durante más de una semana, decenas de personas tratan de coordinarse para plantar un olivo en el lugar del crimen y abrir un diálogo con sus habitantes en torno a la necesidad de terminar con la violencia. Ese árbol nunca llega a Bahzani. Lugar inaccesible a las actividades de la sociedad civil. Sumido en el caos y el desgobierno de las milicias encapuchadas. En Al Mesalla son valientes, pero no suicidas. Más de una decena de organizaciones han tenido tiempo para conocerse, coordinarse, debatir y buscar puntos en común utilizando como plataforma física y de debate político el Centro HIWAR. La generalización de estos encuentros permite construir, sutil y gradualmente, esa difusa red de confianzas, alianzas y complicidades que constituye una sociedad civil activa tras el paso, constante, de los años. Este es el objetivo de Al Mesalla ¿Os parece poca cosa? ¡Que nadie olvide que aquí mueren 3.000 personas al mes! ¡Que estamos en un país de más de un millón de muertos!
El extranjero viaja a Kirkurk, puerta de entrada al cuarto oscuro. Representa a la perfección el avispero iraquí. Ciudad mixta en la que conviven kurdos, árabes sunitas y chiítas y turcomanos. Las bombas y atentados suicidas ya son, aquí, prácticamente aleatorios y no hay más seguridad posible que no visitar el lugar. ¿Pero, dónde se quedan sus habitantes?. Para ellos, la vida es más que una visita turística. Al Mesalla teme el secuestro. Un grupo armado puede parar el coche y percatarse de que un extranjero viaja dentro. Fin de la historia, seguro, para los iraquíes que le acompañan. Aun así, el corazón obliga. En cualquier situación, es necesario que alguien traspase las fronteras de la sensatez. "Aquí te llamas Assad. No hables con nadie, si alguien se dirige a ti no contestes y déjanos hablar a nosotros, escóndete detrás de la cámara de video y no dejes de grabar."
El extranjero capta el significado del silencio, la velocidad y la música a todo volumen. La culpa es de Kirkuk. Se para el coche, comienzan a colocar una pancarta en medio de la calle y un grupo de curiosos se acerca. No llegan a la media docena. Se entabla un debate. Inmediatamente dos Humvees del ejército iraquí se detienen a preguntar que sucede. Mientras los activistas explican el concepto de su campaña, los viandantes abren una discusión con los soldados y se muestran hartos de “La Situación”. El extranjero realiza un par de entrevistas y filma a los soldados estudiando con detenimiento lo escrito en los carteles. Lo que no se ve, no sucede. Estas imágenes constituyen la mejor carta de presentación de Al Mesalla. Pasan los minutos. Diez. Demasiados. Ante la duda, subirse al coche y abandonar el lugar con rapidez. La misma operación se repite en un par de ocasiones y finalmente la campaña se dirige al local de un grupo de estudiantes, donde se entabla un debate intenso sobre la necesidad de apropiarse de las calles y los espacios a cuerpo descubierto. Ya basta de esconderse.“Estas calles y plazas son nuestras, de los ciudadanos. Las milicias y el ejército nos las han arrebatado”. Tristemente, el límite sensato con el que los activistas pueden salir a la calle y tratar de fomentar entre sus compatriotas el concepto de la noviolencia es de apenas minutos en “acciones de comando, veloces y arriesgadas”. El riesgo, siempre presente: la muerte. que no quepa la más mínima duda.
¿Tiene sentido jugarse la vida para que cien personas vean una pancarta? El extranjero se lo pregunta a Abdullah. Lo soluciona tajantemente: "¿qué vamos a hacer, quedarnos en casa, asustados, esperando a que los maten, irnos del país y entregarles la victoria a los norteamericanos y los terroristas que han traído con ellos?. Esto es lo que se puede hacer ahora y lo hacemos. Cuando podamos perfeccionar nuestras actividades no tengas la más mínima duda de que avanzaremos, pero simplemente salir a colocar pancartas supone un riesgo altísimo. El ser humano se adapta y sobre todo, no se rinde, llegando hasta el límite en cada situación que se le plantea".
Bagdad
No fue posible que el extranjero se desplazase a Bagdad con el objetivo de documentar en persona las actividades de la “Semana iraquí contra la violencia”. La ciudad, convertida en un no-lugar donde millones de personas tratan de sobrevivir en condiciones inimaginables se ha convertido en oscura referencia, inaccesible para todos aquellos que no se han quedado atrapados en su caos. En conversación telefónica con Bagdad, Basil AbdulKarim miembro de Al Mesalla, anuncia emocionado "lo hemos hecho, hemos comenzado la campaña en Bagdad". Basil continúa. "Dos decenas de activistas se han concentrado a las puertas de la Universidad de Al Mustansiriya, en el mismo lugar donde en enero, mas de 60 estudiantes y profesores fueron asesinados. Hemos inaugurado una exposición con sus fotos y hemos repartido carteles por la noviolencia incluso fuera de la universidad, en la calle. También durante la manifestación del primero de mayo hemos estado presentes, estableciendo contactos con diversos grupos para invitarles a participar de la red LAONF". Prácticamente al mismo tiempo que comenzaba la actividad, una fuerte explosión tuvo lugar a unos cientos de metros de donde se encontraban. La vida diaria en Bagdad se ha convertido en explosiones y secuestros aleatorios de los que los activistas no saben si saldrán con vida. No van a modificar sus planes de cotidianeidad por las explosiones. Los supervivientes de Bagdad ya no están dispuestos a rendirse. Varios días después, Basil y Zaid Wardi del Centro Mesalla en Bagdad viajaron a Erbil para encontrarse con el extranjero. Largas charla nocturnas y una asombrosa visión: “La situación (así es como ellos se refieren a la situación) terminará. Lo que tratamos de hacer es mantenernos unidos y esperar a que llegue ese momento. Las actividades y metodología de la noviolencia son el instrumento mas integrador que hemos encontrado para tratar de generar esa Red de confianza y esperanza que nos permite sobrevivir y continuar trabajando. Quienes sobrevivan tendrán la responsabilidad de construir un país. Un país justo. Ahora sí: democrático.”

Entrevista con Al Mesalla. Ismaeel Dawood


Entrevista con Ismaeel Dawood. Coordinador de Al Mesalla.

“los iraquíes no podemos permitir que las milicias y el ejército ocupante se hagan amos de la situación”

Ismaeel Dawood vive en Amman desde que hace dos años se vio obligado a abandonar Bagdad. Su activismo le puso en el punto de mira de las milicias. Nota por debajo de la puerta y maletas. Su esposa e hijos no tienen porqué pagar por su activismo, como él siempre reconoce. Es un tema en el cual no le gusta profundizar. Al igual que su papel en la liberación de las dos cooperantes italianas secuestradas en Bagdad. Tez morena. Pelo siempre cuidadosamente recortado y poblado de unas canas que no se corresponden con su edad. Modos suaves, casi adolescentes, tildados de cortesía y tradición. Ismaeel es Coordinador desde Amman de la ONG con sede en Bagdad, Al Mesalla: Un grupo de iraquíes que trata desde hace al menos dos años de organizar actividades en torno a la noviolencia en el interior de Irak a través de su Centro de Servicios para ONG´s iraquíes en la ciudad de Erbil.



Ismaeel, ¿qué sentido tiene el Centro Al Mesalla?

Al Mesalla fue fundada en Bagdad como Centro de actividades en 2004, pocos meses después de la invasión y la caída del régimen de Saddam Hussein. Su objetivo ha sido desde el primer día convertirse en un instrumento para dotar de recursos a las ong´s y a los diversos actores de la sociedad civil iraquí. Creíamos, a la hora de comenzar, que el futuro de Irak pasaba por generar un amplio margen de actuación para la sociedad civil: sindicatos, ong´s, individuos. Pero también éramos conscientes de que todos estos actores y activistas sociales iraquíes necesitan un catalizador para impulsar y dotar de contenido a sus capacidades, intereses y diversos ámbitos de especialización. Era y es cada día más necesario desarrollar estrategias comunes de la sociedad civil. Si la sociedad civil es débil, si no está preparada para jugar un papel en la consolidación del sistema político, no puedo imaginarme como construir un futuro democrático para Irak. Ese es nuestro objetivo como Al Mesalla: ser un instrumento que desarrolle la capacidad de los iraquíes para influir en la democratización del país como activistas de la sociedad civil.

¿Por qué Al Mesalla?

Al Mesalla es parte de la historia antigua de Irak. La primera codificación legal de la historia, el Código de Hammurabi era iraquí y estamos orgullosos de eso. Aquellas leyes se grabaron sobre una piedra cuyo nombre en árabe es Al Mesalla. Representa el momento en que los seres humanos comenzaron a pensar en un sistema de justicia, definiendo sus límites y haciéndolos públicos al mundo. En todo caso, elegimos Mesalla y no Hammurabi porque obviamente Hammurabi no era un líder democrático. Ese concepto no existía en la época, lo cual no significa que no constituya un hito para la historia de la humanidad que tratamos de recoger con nuestro trabajo.

Mientras gran parte de las ong´s iraquíes se han visto obligadas a cesar en su actividad debido al nivel de violencia ¿Cómo evaluais desde Mesalla continuar con vuestras actividades en el interior del país?
Uno siempre se pregunta si merece la pena desarrollar actividades en Irak, todo el mundo conoce la situación. ¿Podemos plantearnos conseguir algún resultado tangible?, ¿Merece la pena el nivel de riesgo personal que asumen los activistas que trabajan sobre el terreno?. Creemos que sí. No podemos abandonar. Afrontamos retos importantes pero estamos acostumbrados, no es la primera vez. Nuestra historia viene marcada por una determinación firme: no aceptar ocupaciones extranjeras ni dictaduras. Los iraquíes siempre hemos luchado contra la realidad que trataba de imponérsenos tanto desde el exterior como desde nuestros propios gobernantes. La defensa de nuestros derechos es una constante histórica y no deja de existir por que occidente no esté informado. Es cierto que ahora sufrimos un terrorismo interno que también tiene a los civiles como objetivo. Pero se trata de actos minoritarios que no representan la voluntad del pueblo iraquí. Son muchos más los actos de cooperación y solidaridad entre la población y de los que nadie habla que los actos de violencia, de los cuales recibimos una auténtica saturación de imágenes. Muchos iraquíes trabajamos tratando de crear un futuro diferente para nuestro país. Renunciar, abandonar, entregarnos, tirar la toalla, no es algo que mi mente admita. Los iraquíes no abandonan nunca.

¿Qué pretendéis conseguir a través de la iniciativa de la Semana iraquí de la Noviolencia?

El objetivo fundamental es demostrar que los activistas todavía pueden hacer algo juntos como iraquíes a lo largo de todo el país independientemente de si son sunitas o chiítas, kurdos o árabes. ¿Cómo lo hemos hecho hasta ahora? Organizando seminarios integradores entre representantes de los diversos sectores de la sociedad y poniéndonos, posteriormente, de acuerdo en la formulación de una actividad común sobre el terreno que sea consecutiva a cada uno de los seminarios. Consensuar contenidos, metodologías y el mensaje que pretendemos trasladar a la sociedad es de vital importancia. En nuestra evaluación y análisis de la situación que se vive en Irak, tenemos que trabajar para la construcción de la paz entre las diversas comunidades iraquíes: paz y reconciliación ante el conflicto interno. La creación de la red LAONF (la Red de la Noviolencia, fundada en 2006 y catalizadora de las Semanas Iraquíes de la Noviolencia) es el instrumento que tratamos de potenciar para conseguir este objetivo.

Se trata de un proceso aún incipiente ¿cómo podrías describir sus primeros pasos?

Ha sido un proceso largo. Ha pasado un año desde que realizamos la primera Semana de la Noviolencia e inmediatamente después comenzamos a extender invitaciones a todas las organizaciones contactadas para participar en la preparación en Erbil de la siguiente Semana iraquí de la Noviolencia. Aún recuerdo la primera reunión en el Centro de actividades de Erbil. Fue emocionante ver interactuar a los participantes, había una gran desconfianza inicial entre ellos. Se miraban los unos a los otros tratando de clasificarse, “este es sunni”, “este es chii” ,”este es kurdo” , “este pertenece a esta corriente o a esta otra”. Las diferencias y recelos eran evidentes e intensas al principio pero ahora todos piensan en la misma dirección y comparten los mismos objetivos. No digo esto porque las comunidades estén realmente divididas en Irak, lo digo porque algunos de los miembros de LAONF pertenecen a partidos políticos que incluso están implicados en el conflicto y otros pertenecen a ong´s con una lectura determinada de la realidad iraquí. No son personas individuales extraídas de las comunidades al azar, sin un rol en la sociedad civil. Tienen su rol desde el principio, y lo juegan. Por eso digo que hay diferencias entre ellos al comenzar. Pero ahora presionan para aumentar las actividades conjuntas sobre el terreno, tratan de aumentar la participación en el grupo de LAONF, compartir lecturas y análisis sobre el conflicto y eso es muy importante porque podemos asegurar que ya hablamos el mismo idioma, aunque algunos nos expresemos en árabe y nuestros colegas kurdos lo hagan en su idioma. Hablamos el mismo idioma en términos de alternativas y soluciones para el conflicto en Irak: paz y reconciliación entre comunidades sin la ocupación extranjera como actor político y militar que interviene sobre nuestras vidas.

¿La red LAONF puede sobrevivir y aún crecer pese al violento conflicto interno?

Queremos crecer a partir del convencimiento de que la noviolencia es un instrumento efectivo para generar una sociedad más justa y es posible provocar transformaciones en las sociedades sobre las que se interviene con esta metodología. LAONF debe crecer y atraer a cada vez más miembros, ya sea a título individual o como organización y lo está haciendo. La violencia es, quizás, cada día más intensa, pero el convencimiento de que ése no es el camino para solucionar la situación está cada día más instalado entre la población. Estamos convencidos de que esta Red solo puede crecer a través de actividades sobre el terreno. Que nos vean y nos conozcan en cada pueblo y en cada ciudad de Irak. Esa es la clave. No sirve sólo con organizar reuniones y formaciones en el exilio jordano o incluso en el Kurdistan, dentro de Irak. Tenemos que desarrollar campañas sobre el terreno, en Bagdad, e Basora, en Najaf, en Kut, en Tikrit, en Diwaniya y no permitir que las milicias y el ejército ocupante se hagan dueños de la situación. Con la primera Semana de la Noviolencia en 2006 nos dimos a conocer como red y aquella fue una ocasión muy importante para recabar apoyo de organizaciones relevantes e individuos representativos de todos los sectores. En esta segunda edición contamos con mayor participación y extensión geográfica. Tenemos la expectativa de que mas de 100 personas se sumen y tenemos que ser siempre conscientes de que estas actividades se desarrollan en una situación de recursos mínimos pero con una energía inmensa por parte de todos los activistas. Dando ejemplo y persistiendo en no abandonar nuestras actividades sobre el terreno sea cual sea la situación es el único modo que conocemos para crecer como Red.

¿Tenéis una agenda política ante el conflicto interno y la ocupación extranjera?

En mi opinión el proceso político ha llegado a un punto muerto y sin solución. Lo primero y más urgente es fijar una agenda clara de retirada de la ocupación extranjera. Algunos dicen, sobre todo en el exterior, que no es realista pensar en Irak sin una ocupación militar extranjera que mantenga la seguridad pero no es una visión realista. Hemos visto cómo desde el primer día de la invasión, la seguridad de los iraquíes no se encontraba entre sus objetivos. Aún recuerdo cómo permitieron y fomentaron el saqueo de Bagdad en 2003. Ellos son la principal fuente de inseguridad en el país. Para la inmensa mayoría de los iraquíes lo primordial es ver su país libre de ocupantes. Tratamos de generar un proceso político en el que sólo deben participar los iraquíes. El papel de la comunidad internacional debería limitarse a presionar y trabajar desde las Naciones Unidas hasta conseguir una nueva resolución del Consejo de Seguridad que fije el calendario de la retirada. Esta es la condición inicial desde el punto de vista de los iraquíes y nuestros principales actores políticos deberían comenzar a evitar las discusiones sobre los detalles que nos separan, sobre la legislación en la que no pueden ponerse de acuerdo. No es el momento de centrarse en esto, no tiene sentido, por ejemplo, discutir en la actualidad el futuro de Kirkuk mientras se mantiene el nivel de sufrimiento de sus habitantes. Este debate podría posponerse a un momento posterior si no se quiere provocar una nueva guerra civil en esa región. Lo mismo pasa con la nueva Ley del Petróleo. No es el momento de abordarla porque sólo aumenta la división sectaria y comunitaria entre quienes la negocian. Es necesario ponerse de acuerdo en la celebración de unas alecciones anticipadas y en que asuman sus responsabilidades por lo hecho hasta ahora quienes han gobernado el país desde la invasión, dándoles a los iraquíes la posibilidad de tomar decisiones propias sin la ocupación como actor participante. Hay que crear un proceso de transición tras la retirada de la ocupación, convocar nuevas elecciones y que estas estén abiertas a todos los sectores de la sociedad iraquí. Sin dar estos pasos seria muy difícil encontrar una solución a la situación en Irak. Cada día que pase sin avanzar en esta dirección, elecciones anticipadas y fin de la ocupación, los problemas continuaran aumentando. Uno no puede siquiera imaginar que soluciones como aumentar el número de tropas, o construir muros de separación y falsa división sectaria entre los habitantes de Bagdad sirvan par solucionar nada, como estamos viendo. Esa es la dirección equivocada. Los principales actores políticos iraquíes están tomando las decisiones equivocadas con la colaboración de los ocupantes.

diario de un día de grabación en Kirkuk


Kirkurk, frontera entre la seguridad y el caos
Los problemas para entrar e informar en la ciudad de Irak
ALBERTO ARCE - Kirkuk, Irak - 06/05/2007

El norte de Irak proporciona garantías de seguridad tanto a los habitantes locales como para el extranjero que se mueve por la región. Los peshemergas kurdos ejercen un estricto control en sus múltiples controles a lo largo de las carreteras tanto Erbil como Suleimanya, así como las rutas que unen las dos principales ciudades kurdas entre si que están selladas, por ahora, a las milicias que secuestran y bombardean con terroristas suicidas el resto del país.

Pero 80 kilómetros al sur de Suleimanya y pocos menos de Erbil se encuentra Kirkurk, autentica frontera entre la seguridad y el caos y puerta de entrada al cuarto oscuro en que Irak se ha convertido para los periodistas extranjeros. Kirkurk representa a la perfección el avispero iraquí. Ciudad mixta en la que conviven kurdos, árabes sunitas y chiítas y turcomanos, se ha convertido en localidad disputada cuya exclusividad se dirime a base de atentados, enfrentamientos armados y secuestros.

Quienes la conocen bien saben que la carretera que une Kirkurk con Suleimanya desde el norte es relativamente segura. No así una vez se entra en la ciudad y especialmente cuando se llega al centro. La carretera que sale hacia al sur y la une con Bagdad es territorio absolutamente vedado.

El riesgo de adentrarse en la ciudad es alto. Si bien las bombas y atentados suicidas son prácticamente aleatorios y no hay más seguridad frente a esto que no visitar el lugar donde pueden ocurrir, lo que mis acompañantes temen es el secuestro. En dos minutos, un grupo armado puede parar el coche, percatarse de que hay un extranjero dentro y ahí se acabaría la historia, especialmente para los iraquíes que le acompañen.

Pero aun así, es necesario intentarlo. En cualquier situación, es necesario que alguien traspase las fronteras de la sensatez para mostrar lo que sucede más allá. Lo que sigue es el procedimiento para conseguirlo. Los pasos a dar son sensibles y requieren, ante todo,
tiempo y los contactos adecuados. En mi caso, convencer a personas que conozco desde hace meses me ha llevado largas horas de conversaciones.

Los periodistas pueden "empotrarse" en la fuerza militar extranjera que ocupa el país y moverse, con su autorización y el control consiguiente de todo aquello de lo que pueden ser testigos. Identificarse con un ejército no suele darle a un periodista la mejor garantía de neutralidad informativa, si es lo que busca, ni mucho de menos de seguridad, ya que las tropas son el principal objetivo de los ataques de las milicias. Otros informadores, especialmente norteamericanos, optan por contratar seguridad privada, guardaespaldas
civiles fuertemente armados.

Protección privada

Hace un par de días, mientras tomaba te en la puerta de un consultorio médico en Erbil, uno de estos guardaespaldas privados me explico con todo detalle que moverse en sus jeeps blindados y rodeados de protección se ha convertido también en un imán que atrae a los
terroristas y grupos de la resistencia, siempre ávidos de dar caza a cualquier occidental que se mueva por el país.

Finalmente, tras conversaciones con activistas y periodistas locales y los consejos de quienes se dedican a proteger extranjeros, la opción mas sensata para adentrarse en la ciudad de Kirkurk, como ejemplo de uno de los lugares en los que un extranjero no debería pensar en visitar, es hacerlo en un coche particular, sentado en el asiento trasero, con ropa local y llamando la atención lo menos posible.

Riesgo para mis acompañantes

Atravesar el punto de control militar no es difícil. Los soldados piden la documentación y le recuerdan a mis acompañantes locales el riesgo de entrar con un extranjero en la ciudad. Ellos también tienen carnets de prensa y más allá de las lógicas recomendaciones los soldados no nos ponen mayor dificultad. En muchas de las esquinas hay sacos terreros y soldados que vigilan. En las sedes de edificios públicos, los mismos soldados y en muchos comercios y edificios que albergan la sede del periódico local, la televisión o cualquier partido político, alambradas, muros de cemento, y civiles con kalashnikov. Mis acompañantes van a repartir posters y una convocatoria a participar en una serie de actividades contra la violencia. No van firmadas por ningún partido y se limitan a representar un mapa de Irak con la leyenda "por un Irak sin violencia". Instrucciones: "no hables con nadie, si alguien se dirige a ti no contestes y déjanos hablar con nosotros, escóndete detrás de la cámara de video y no dejes de grabar."

Dicho y hecho. Se para el coche, comienzan a colocar una pancarta en medio de la calle y un grupo de personas se acerca inmediatamente. No llegan a la media docena. Se entabla un debate y en menos de cinco minutos, dos Humvees del ejército iraquí se detienen a preguntar que sucede. Mientras mis acompañantes explican lo que están haciendo, los viandantes abren una discusión con los soldados y a pocos metros aparece un civil armado que mira y tiene un teléfono en la mano.

Mientras me da tiempo a realizar un par de entrevistas a la gente que esta en la calle y a filmar a los soldados estudiando con detenimiento lo que esta escrito en los posters y panfletos, mis acompañantes se percatan de que el hombre armado continua hablando por teléfono y mirándonos. Ante la duda, subirse al coche y abandonar el lugar con rapidez. La misma operación en un par de ocasiones y finalmente nos dirigimos al local de un grupo de estudiantes, en el que puedo sentarme con mas calma, beber te, comer y terminar de grabar las entrevistas con las que representar la situación que se vive en Kirkurk.

Han sido menos de 30 minutos en las calles antes de entrar en un lugar cerrado y de confianza. Contando con la ayuda de personas que conocen la ciudad. Ese es el límite, sensato, por llamarlo de alguna manera, con el que un extranjero puede trabajar en las calles de un lugar como Kirkurk.