la cámara

En realidad escogí la cámara de video porque era lo más fácil. Y también por casualidad, pero esa casualidad no viene ahora al caso. Es fácil conseguir una cámara. Es fácil usarla. Sólo se necesita pagarse el viaje y tener un editor a la vuelta. No es moco de pavo, pero es mucho más fácil conseguir eso que otras muchas cosas. Resulta pertinente mi modo de comprender la facilidad a la hora de transmitir una idea que permite el uso de la cámara. Si uno es capaz de llegar más lejos que los demás y consigue imágenes interesantes, queda justificado que se difundan. No necesita ser un artista. Sólo olvidar que hay balas y es peligroso seguir caminando. Es el precio que se paga. Quizás te pasa algo. Inconvenientes del oficio. El que se mete en esto sabe lo que hay. Después de ver el final cerca alguna vez, todo se relativiza y se convierte en adictivo, que nadie mienta. Ser el primero, llegar más lejos, sentir la adrenalina del riesgo. No cuento nada nuevo. La forma de conseguir credibilidad para un discurso que de otro modo no la tendrían. Uno no es experto académico ni tiene 20 años de experiencia luego, llama la atención y consigue así que le escuchen. Qué fácil es destriparlo todo ¿verdad?.

Con imágenes resulta simple contar lo que se ve y la realidad viene construida, la cámara la captura con una mediación e intervención mucho menor que la palabra. La palabra necesita un intermediario que traduce lo que se ve y se oye a través de la mente del periodista. El periodista mira, escucha, deshace y procesa en su interior y re-crea con la mayor fidelidad posible. Pero depende de él en mucha mayor medida que cuando se ataja con la cámara. Las imágenes ya están, sólo hay que ordenarlas, las palabras necesitan brotar, además de ser ordenadas. Con la cámara todo viene dado cuando se ha llegado hasta la noticia, sólo hay que saber dónde ponerla y posteriormente confiar en el editor.

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